domingo, 1 de marzo de 2015

Anestesia total

Desde la mitad en penumbras del estudio se escuchó una voz apremiante:
            - ¡Estamos en el aire!
Fanny Bordelois de Azcuénaga, la popular conductora del ciclo “Fanny de entrecasa”, dibujó una sonrisa en dirección a la luz colorada de la cámara:
            - ¡Hola amigas, cómo están! ¡Que dicen chicos!
A su lado, los dos asistentes, con barbijo, bata y guantes esterilizados, parecían dos extras de la serie “ER Emergencias”.
- Como deducirán por la indumentaria de Teo y Andy, hoy tenemos un trabajito especial, algo re-útil y entretenido para hacer con nuestras propias manos. Y para ello contamos con la ayuda invalorable ¿de quién?
La cámara abrió el plano y delante de conductora y asistentes apareció una camilla, y sobre ella un hombre robusto, cubierto hasta el cuello por una sábana blanca.
- ¡Claro que sí: de Elvio, el portero del Canal, que una vez más, muy gentil, se presta para una de nuestras experiencias! ¡Gracias Elvio! ¡Un fuerte aplauso!
Desde la penumbra se escuchó un parco entrechocar de palmas.
- Aunque mejor agradezcámosle dentro de un ratito, porque está dormido, ¿no es así?  
- Anestesia total –indicó el asistente llamado Teo.
- ¡Bien, muy bien! Bueno, queridas, a lo nuestro. ¿Qué sucede cuando nuestro marido, un tío, un amigo al que queremos mucho, viene de visita a casa y sufre una indisposición de estómago? Y claro, este querido amigo no se cuida en las comidas, abusa de las frituras, mucho café, mucho cigarrillo. Resultado: tiene una ulcera sangrante de estómago y necesita de nuestra ayuda. Lo que hoy vamos a ver es cómo practicar una sencilla operación de estómago en nuestra propia casa, y así ayudar a este ser que queremos tanto. ¿Preparados, chicos?
Los asistentes corrieron la sábana y el voluminoso abdomen del portero ocupó un primerísimo primer plano.
- Con un alicate, un pelapapas en desuso, ese cúter que compró para encuadernar la colección de Vogue y que después quedó olvidado en algún cajón, sin que nos tiemble el pulso hacemos la incisión...
Fanny hundió el cúter en la piel tirante y del tajo saltó un delgado hilo de sangre. El asistente Andy, con buenos reflejos, soltó un pedazo de gasa sobre la herida y el chorro cesó.
La conductora sonrió a cámara:
- El corte puede tener forma de curvita, de onda, con bordecito al bies, eso va en el gusto de cada cual. Una vez hecha la incisión, entre el montón de órganos y vísceras que conforman el interior del cuerpo humano, lógicamente, hay que localizar el estómago. Esta es la parte que a mí me da un poco de asquito y, para eso, tengo la suerte de contar con mis dos ángeles de la guarda, Teo y Andy. ¡Vamos, chicos, a meter la mano en la pancita de Elvio! ¡Un aplauso para mis asistentes!
De la penumbra volvieron a brotar dos mustios aplausos que se elevaron vibrando por unos segundos en el aire y decayeron de golpe. Andy, con la mano derecha introducida hasta la muñeca, revolvía buscando. Fanny volvió a sonreír:
- Pensemos, cuántas cosas beneficiosas se pueden hacer mientras una opera: como nuestras manos están ocupadas, podemos utilizar unas pesitas de arena en cada tobillo y con unas simples elevaciones hacia atrás y hacia los laterales, ir fortaleciendo cuadriceps, endureciendo glúteos...
Teo la interrumpió:
- ¡Fanny, creo que su pulso se está volviendo irregular!
La conductora, clavó los ojos de largas pestañas arqueadas en el rostro pálido del paciente:
- ¡Por ahí le está faltando oxígeno. ¿Por qué no le ponés esa mascarilla?
Obediente, el asistente colocó la máscara en la nariz y en la boca del portero. La conductora retomó:
- Dirán ustedes “hay en qué mala posición está Fanny para practicar la cirugía”. Es verdad, debemos cuidar la postura, siempre derechitas, los hombros para atrás; recuerden, la columna recta para evitar que salga esa joroba que tanto nos afea con vestidos de espalda descubierta.
De golpe, un chorro de sangre grueso como un dedo salto de la herida y bañó la cara de Teo, que emitió un chillido femenino. Fanny dio un respingo hacia atrás.
- ¡Epa, chicos, me van a poner a la miseria!
A Andy comenzaron a temblarle las manos. Tartamudeó:
            - ¡Es-está perdiendo demasiada sangre!
Una vez que consiguió limpiarse los ojos, Teo corrió fuera de cámara, volvió con un libro grueso y empezó a pasar las páginas:
- En caso de hemorragia abdominal inyectar un vaso constrictor. Si no funciona, entonces se debe administrar por vía subdural lidocaína al 5%, más epinefrina al 1%, para evitar los riesgos de una necrosis isquémica.
Fanny aplaudió:
            - ¡Muy bien, Teo, me encanta eso: un vaso constrictor! Amigas, un comentario al margen para tener en cuenta: este tipo de experiencias es importante realizarlas siempre en ambientes ventilados, con buena luz, si es posible con vista a un jardín. Si quieren pueden poner algo de música relajante, y recuerden previamente sanear el ambiente con las piedritas del Feng Shui, una en cada vértice del cuarto para equilibrar las energías.
Colocada la inyección, ahora Andy entreabría los párpados del portero para constatar la reacción. La cámara tomó un primer plano de las órbitas en blanco del paciente:
            - No hay caso, no reacciona…
Teo volvió al libro:
            - Lo que queda, entonces, es masaje cardíaco.
Fanny dio un brinco:
            - ¿Masaje cardíaco? ¡Perfecto! Ustedes taponen para que no vuelva a tirar sangre: de esta parte me encargo yo.
La conductora se inclinó sobre el cuerpo exánime del robusto Elvio:
- Observen, queridas, cómo al practicar el masaje cardíaco podemos trabajar toda esta zona del antebrazo y los tríceps, que con la edad a las mujeres se nos pone blanda y un poquito fofa.
Detrás de cámaras, se escuchó un rumor y un asistente se puso a agitar con violencia un cartel:
            - Bueno, me están indicando que se nos acaba el tiempo, así que yo voy a dejar a los chicos para que terminen y paso a mostrar el material necesario para nuestra experiencia de hoy.
La cámara siguió a la conductora, Fanny se movió unos pasos hacia la derecha, se ubicó junto a una pizarra y comenzó a enumerar:
            - Para una operación de estómago se necesita: un paciente con úlcera de estómago (si para practicar, previamente, consiguen a alguien del personal doméstico, o de maestranza del edificio donde viven, tanto mejor); un bisturí que como ya dijimos puede ser un pelapapas en desuso, un cúter o un alicate previamente esterilizado; hilo sisal, tanza o un par de cordones que quedaron de nuestras viejas zapatillas de running para suturar la herida;  algodón, fibra de vidrio o el relleno de algún almohadón que no necesitemos, para taponar la úlcera...
Mientras la conductora hablaba, en torno a la camilla se generó una violenta agitación, a los asistentes que iban y venían se agregó otra gente que cuchicheaba y daba órdenes. Con la sonrisa esculpida en el rostro, Fanny procuraba salvar la situación:
            - ¡Qué bochinche estamos haciendo hoy, chicos! Hay mucha alegría, seguramente debe ser el cumpleaños de alguien del equipo. Bueno, y ahora para cerrar, voy a pasar a mostrar un trabajito terminado.
Una mujer con uniforme de personal doméstico, se aproximó a la conductora:
- Ella es Olga, mi mucama, que se prestó generosamente. ¡Un aplauso para Olga!
De los controles esta vez no hubo respuesta.
            - A ver, querida, mostranos esa pancita.
La mujer, se desabotonó el uniforme y, roja como una remolacha, mostró el abdomen.
            - Fíjense que para la cicatriz de Olga elegimos la formita de la sonrisa. Luego, si quieren, con crayones o marcadores de colores podemos hacerle unos lindos dibujos decorativos. Y con esto, queridas, lamentablemente tenemos que irnos. Para la próxima nuestro tema va a ser: “construyendo nuestra propia piscina tántrica”. Luego tendremos una entrevista exclusiva con el especialista en rimmel ecológico Yael Swami Yaipur. ¡Hasta la próxima!
Cuando se apagó la luz colorada, Fanny estalló:
            - ¿PERO QUÉ MIERDA LES PASA QUÉ ARMAN SEMEJANTE QUILOMBO, ME QUIEREN DECIR?
Teo se acercó con expresión descompuesta:
            - El portero entró en paro. Llamamos al SAME y se lo llevaron.
Fanny reparó en dos desconocidos de traje que la observaban a un costado.
            - ¿Y esos, quienes son?
            - De la Policía, parece que alguien que estaba viendo el programa hizo la denuncia.
            - ¡Lo único que faltaba! ¿Y yo que tengo que ver? ¡Que hablen con el productor, él es el responsable!
Teo empezó a lloriquear y a retorcerse las manos
            - ¡Desapareció, Fanny! ¡Agarró sus cosas y se fue! ¡Te dije que esto estaba mal!
            - ¡Ay no seas maricón, haceme el favor! ¡El programa es una mierda pero algo hay que hacer, sino quedamos afuera, nos come la competencia!
Los desconocidos se acercaron, Fanny levantó un índice y los encaró desafiante:
            - ¿Quieren censurarme, atentar contra mi libertad de expresión? ¡Bien o mal este un programa didáctico, que ilustra al ama de casa!...
Uno de los policías la tomó del brazo.

            - ¡Qué hace, saque esa mano o no respondo! ¡Teo, comunicate con mi marido ya, llamalo al estudio! ¡Suelte, le digo! ¡Exijo hablar con mi abogado! 

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